El primer principio moral se encuentra escrito en el ser de los niños desde el primer momento de su existencia. Este principio, que los antiguos llamaban sindéresis, es el que indica: "hacer el bien y evitar el mal".
Muchos otros principios morales, derivados cercanos de la sindéresis, pueden deducirse de la simple observación del orden natural. Sin embargo no todos los hombres adhieren al bien en todos sus aspectos, y aún quienes hemos sido formados en el bien solemos cometer muchas faltas de las cuales luego nos arrepentimos. Esto prueba que si bien la moral forma parte de nuestra vida natural, es preciso formar a los niños y jóvenes para que más fácilmente adhieran al bien y rechacen el mal.
Muchos otros principios morales, derivados cercanos de la sindéresis, pueden deducirse de la simple observación del orden natural. Sin embargo no todos los hombres adhieren al bien en todos sus aspectos, y aún quienes hemos sido formados en el bien solemos cometer muchas faltas de las cuales luego nos arrepentimos. Esto prueba que si bien la moral forma parte de nuestra vida natural, es preciso formar a los niños y jóvenes para que más fácilmente adhieran al bien y rechacen el mal.
Los padres deben saber que, mientras sus hijos no desarrollen esa conciencia, deberán suplir ellos mismos esa falta de desarrollo. de la misma manera que le procuran los alimentos porque los niños no pueden hacerlo por ellos mismos. Las fallas que los padres cometan durante este período de formación, serán las fallas en los mecanismos de la conciencia de sus hijos.
Cuando papá o mamá emiten juicios de valor, los niños suelen adueñarse de ellos. de esta manera, resaltando las acciones buenas y sancionando las malas, estará colaborando a la formación de la conciencia. Es muy importante el ejemplo, como nos decía Verónica unos números atrás: "los chicos no nos escuchan, pero si nos ven".. Es por esto que no debemos tanto dar lecciones de moral cuanto aprovechar cada oportunidad de la vida diaria para formar juicios rectos.
Los niños pequeños tienen la tendencia a juzgar la moralidad de las acciones por su forma exterior, por lo cual es importante acostumbrarlos a tratar de acercarse a las intenciones, ya que de ellas mas de forma exterior depende la moralidad de un acto. Si ha cometido una torpeza fruto de la cual ha roto un juguete de su hermano, no debe juzgarse de igual manera que si lo ha roto para vengarse por un disgusto que el hermano le ha producido.
Es necesario despertar en los hijos la responsabilidad por sus actos, por lo cual es conveniente que las sanciones sean en orden a reparar el daño producido por la falta.
Por ejemplo: deberá reponer a su hermano el juguete que ha roto en forma intencional. Una buena idea es acostumbrarlos a hacer un "examen de conciencia" por las noches antes de dormir, de manera que aprenda a reconocer sus faltas y hacer el propósito de no cometerlas en adelante. Para esto, sobre todo al principio, será necesario ayudarle a realizar este examen. En los niños mayores y adolescentes será importantes ayudarlos a formarse un ideal, una consigna para encaminar sus acciones.
Poco a poco, hay que comenzar a darles independencia en las decisiones, sin que esto signifique que no podamos sugerirle lo que haríamos nosotros en su lugar.